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Una combinación irresistible de montañas, mar y carácter cosmopolita hacen de Caristo el lugar perfecto para recibir el verano. Esta pintoresca ciudad, en la costa sur de Eubea, está dotada de naturaleza, historia y un litoral que alterna entre las tranquilas costas arenosas y las salvajes bahías rocosas. Está situada cerca de Atenas y es fácilmente accesible desde Marmari o Nea Styra en el sur de Eubea a las que puedes llegar en ferry desde Rafina o Agia Marina (en el norte del Ática).
Si lo que estás buscando es diversión sin preocupaciones, entonces Caristo es ideal para ti. Las interminables y brillantes costas arenosas, así como las pequeñas calas escondidas, son ideales para nadar, bucear, surfear, hacer kitesurf, pescar, navegar a vela o simplemente divertirse en la playa. Disfruta del agua en Megali Ammos, Giannitsi, Archampoli y Agios Dimitrios. Además hay excursiones cortas en bote y, si te gusta el buceo, la calma del golfo de Caristo es perfecta para observar la vida acuática..
Caristo está en deuda con el ingeniero bávaro Mirbach, quien por encargo del rey Otto planificó el urbanismo de la ciudad. Sus edificios neoclásicos, plazas hermosas y calles anchas crean el ambiente propicio para dar paseos nocturnos. Pero, antes de eso, dedícale una tarde al Bourgi, la torre veneciana del siglo XIII. Asimismo, la inmensa Biblioteca de la Fundación Giokaleio merece una visita, especialmente porque es hogar del Museo Arqueológico de Caristo, el cual cuenta con exhibiciones que abarcan desde la prehistoria hasta la época romana.
Te recomendamos dar un paseo por el puerto después de culminar tu recorrido cultural. Camina hasta el paseo marítimo, donde encontrarás numerosos restaurantes o bares. Y en cuanto a las opciones de alojamiento, puedes elegir entre hoteles de lujo o habitaciones alquiladas.
El monte Okhi se eleva detrás de Caristo. Se trata de una montaña de excepcional belleza con una rara flora fragante y vívidas formaciones terrestres, que presenta un desafío tentador para los excursionistas. A sus pies verás el imponente Castello Roso, construido a principios del siglo XIII. Desde Myli, un pueblo con vegetación exuberante y corrientes de agua de manantial, podrás caminar hasta las canteras romanas o comenzar el ascenso a las misteriosas Drakospita (casas de dragones), unos edificios megalíticos que datan de entre los siglos VI y II a. C. Cuenta la leyenda que fueron construidos por dragones.
El "drakospito" más impresionante de todos está emplazado en la cumbre del Okhi. El dintel de piedra sobre su entrada pesa unas 10 toneladas. El cómo fue construido y su propósito siguen siendo un misterio. Pero una vez que hayas resuelto este enigma, podrás proseguir con la caminata hasta llegar a la garganta de Dimosari, una de las más bellas de Grecia. En el corazón de la garganta, los estanques y pequeñas cascadas te invitarán a refrescarte.
Y Okhi tiene otra sorpresa reservada para aquellos interesados en la lingüística y la antropología: el pueblo de Adia, donde los habitantes de mayor edad aún hablan el idioma de los silbidos. Es una forma de comunicación bastante inusual nacida de la necesidad de enviar mensajes entre las cimas de las montañas. El idioma está muriendo lentamente, por lo que podrías ser uno de los últimos en escucharlo antes de que desaparezca para siempre en los anales de la historia.
Gastronómicamente hablando, el sur de Eubea se niega de manera obstinada a decidir si pertenece a la Grecia continental o a las Cícladas. Y en este conflicto culinario hay un solo ganador: tú. ¡El resultado es inequívocamente delicioso! En las numerosas tabernas de Caristo y en las aldeas circundantes podrás degustar los mariscos, considerados entre los mejores de Grecia. No obstante, otros productos comparten dicha reputación, entre ellos las tradicionales cazuelas de cabra, las tartas de verduras, el gallo en salsa roja acompañado de kourkoubines (pasta local hecha a mano), así como el queso local, tradicionalmente asociado con la Grecia continental. Deléitate con sus exquisitos platos y brinda con una copa de ouzo o vino de Caristo por un lugar lleno de tesoros inesperados.