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En el norte de Grecia hay una frontera borrosa donde ninguna criatura —humana o animal— necesita pasaporte para cruzar. Toda el área alrededor de los dos lagos de altura llamados Prespa —compartida por los residentes de Grecia, Albania y Macedonia del Norte— es una verdadera arca de vida salvaje y cultura.
El núcleo del parque nacional cubre todo el Mikri (Pequeño) Prespa y algunas áreas contiguas, dándole una identidad propia que fue formalizada en 1973 por la Convención de Ramsar, que lo calificó como Humedal Internacional Protegido. Junto con los valles pantanosos y los cañaverales de Mikri Prespa, hay una segunda zona protegida que incluye el antiguo bosque de cedros cerca del monte Devas.
En Psarades —el pequeño pueblo justo en el medio del Megali (Gran) Prespa— puedes tomar un pequeño bote para emprender un viaje sin igual. La belleza natural, aunada a su ubicación remota, atrajo a monjes durante la ocupación otomana, quienes construyeron sus ermitas a lo largo de las orillas del lago más grande. Hoy día, estas pequeñas estructuras monásticas, así como los frescos pintados sobre roca del siglo XIV al XVI, te darán una visión de otra época. El bote está amarrado en un modesto embarcadero en la base de la roca.
Las aves de Prespa juegan el papel protagónico en esta aventura. Y sí, incluso bailan. Ellas siguen las corrientes térmicas del aire y forman círculos. A medida que se elevan, el radio de los círculos que trazan crece. Las aves vuelan una detrás de la otra hasta que toda la bandada dibuja círculos en el aire. Cuando la líder percibe que ha sobrepasado los 2000 m del monte Varnoundas, rompe el círculo de forma repentina y se va. El resto la sigue. ¿Pero a dónde? Al igual que nosotros, viajarán a otros lagos como su amado lago Kerkini al este. Y cuando se aburran, volverán.
Este fotogénico escenario isleño ha escuchado el clic de una plétora de cámaras y el zumbido de un sinfín de vídeos. No se trata solo del paisaje macedonio. Recuerdos y monumentos milenarios cubiertos por un velo de mitos y leyendas conforman el corazón de Prespa. Aquí es donde el zar Samuel de Bulgaria, tras conquistar Larisa en el siglo X, construyó una magnífica basílica para resguardar los restos momificados de San Aquilo, uno de los primeros obispos de la capital tesalia. Actualmente, esta ruina romántica es el sitio de interés más importante de Prespa y se puede acceder a ella cruzando un largo puente de madera.
El camino termina en Psarades, un asentamiento que hace honor a su nombre (Psarades significa pescadores y aquí verás muchos de ellos). Construido al final de un fiordo natural en el gran lago, Psarades te recordará a un pueblo del Egeo. Fue calificado como asentamiento protegido.
El más grande de los pueblos de Prespa, Agios Germanos o Gherman, se acurruca bajo el macizo escarpado del monte Varnoundas y es el sitio de interés más destacado de la zona. Encontrarás dos iglesias unidas. La más pequeña data del siglo XI y su valor es incalculable mientras que la iglesia adyacente fue erigida en el siglo XIX, tomando inspiración y tal vez un poco de energía etérea de su hermana mayor.
De amor caldo y de caridad frijoles
Descubrirás que estabas muy lejos de conocer el verdadero sabor de los frijoles cuando te tomes un buen y reconfortante plato de sopa de frijoles (fasolada) o un plato de frijoles gigantes (gigantes) horneados de Prespa. Deben su dulzura a la altitud, ya que los campos de frijoles se encuentran junto al lago a una altitud 900 msnm.
Si tienes suerte, podrás ver una manada de ganado en miniatura de solo 1 m de altura pastando libremente en las cercanías de las islas Psarades y Agios Achillios, el único lugar donde habitan. Son una especie en peligro de extinción.
Una caminata de solo 20 minutos desde Psarades te conducirá a este promontorio al final del fiordo, donde tendrás a todo el Megali Prespa a tus pies. Es un lugar de extraordinaria belleza.